Dos por nada.
No sentí nada por las dos, descubrieron que estaba con ambas al mismo tiempo, quisieron humillarme, pero me daba igual, no había motivo para molestarme por lo que hicieron, para ponerme triste por que se fueron, para lamentarme por perder hasta su amistad. No tenía motivo alguno, para apenarme. Sólo les seguí la cuerda, en ambas no había relación de amor, solo de distracción, fui un instrumento para que olviden sus penas, para que las consuele, para que no estén solas mientras encontraban al indicado. Cuando se fueron me sentí igual de vacío como cuando estaba con ambas.
Era una fiesta muy alegre, aprendía a bailar pasos de músicas brasileras sensuales, mi maestra temporal en aquella fiesta, la que me movía así fuese contra mi voluntad era muy sensual, de tez morena, con los gemelos de las pantorrillas bien definidas, las piernas anchas y caderas sobresalientes, ombligo delgado y estético, con pechos exuberantes, rostro ligeramente redondeado con una sonrisa que la hacía más atractiva. Bailamos 6 ó 7 veces, fue algo eufórico, luego de eso salí para permitirme conocerla más allá de lo que un encuentro amoroso pueda ser. Tuve una relación de unos cuantos meses, también inolvidable después de eso.
Practicaba deporte y en la tribuna estaba ella, viendo a su hermano amigo mio, quien me la presentó y aproveché en conocerla más. Fue tan linda todo el tiempo, sus ojos eran grandes y claros, su cabello castaño, cada vez que sonreía parecía un ángel, pero lo hacía poco, sus pechos eran algo pequeños su cuerpo mostraba la silueta de una sirena, su piel blanca era un poco sensible a la luz del sol, era hermosa, pero la sentía vacía espiritualmente. Estaba dolida por una separación forzada con su anterior pareja por familiares que no estaban de acuerdo con su relación. Estuvo en mi ciudad porque de ésa manera no podía tener más roces cercanos con su anterior pareja. Mi relación fue de meses.